Massasauga

Ernesto Hontoria López
En nuestro afán de conocer nuevos parques canadienses y explorar el territorio nos aventuramos esta vez a visitar el parque provincial Massasauga, ubicado en la ladera este de la bahía de Georgia en el lago Hurón. En términos relativos a Toronto, el parque se encuentra a unos 200 Km al norte de la ciudad, muy cerca de Parry Sound, que es un pueblo de unas 6 mil a 8 mil almas.

El nombre del parque viene de una especie venenosa de serpiente cascabel, hoy en peligro de extinción. El parque en sí es un santuario para proteger el hábitat, y con éste a las pocas serpientes massasaugas que quedan en la zona. En los 3 días que pasamos allí no vimos ninguna. Apenas tuvimos suerte de ver un par de colimbos (loons), ardillas (cipmunks) y una pareja de patos que no supimos identificar.

Una característica singular de este parque es que no tiene vía de acceso terrestre. Sus campamentos son los que llaman por aquí 'back country' que viene a significar montunos, y que en este caso hay que llegarles por agua.

Hasta donde sé, el parque tiene dos entradas, cada una con una oficina para registrarse cerca: la entrada de Pedro (Pete´s Road Access) y la del lago de tres patas (Three Legged Lake). La primera está más al sur, es más transitada, y tiene tráfico considerable de botes a motor; la segunda, más septentrional, tiene más restricciones de tráfico y en teoría no se permite botes con motor desde cierto punto (por desgracia presenciamos unos infractores que no parecían preocupados por el uso del motor dentro del parque). Como deben ya intuir optamos por la entrada más norteña y restringida.
Pasando del lago 3 patas al Araña
El punto de acceso que escogimos no tiene oficinas de guardaparques. El registro se hace en un parque provincial vecino llamado Oastler (a 15 minutos en carro), donde se pueden alquilar las canoas. Este segundo parque es relativamente pequeño, cuenta con 148 campamentos a los que se llega en carro, y tiene facilidades de ducha y baños con pocetas y agua corriente.  
En el campamento
Una novedad para nosotros fue acampar en otoño. Hasta ahora los campamentos los habíamos hecho en verano y nos interesaba experimentar con más frío. Aclaro, hemos pasado frío en otros campamentos, pero ha sido en verano, lo cual lo hace pasajero. En Quetico, por ejemplo, pasamos frio un par de días, con una noche gélida, pero los otros tres días fueron veraniegos. También en el lago Superior hubo noches frías y lago helado, así como cuando subimos el Kilimanjaro, pero en todos, el frío era circunstancial y el buen clima la norma. En este campamento, en cambio, el frío era constante y además estaba acompañado de lluvia, lo que permitió calibrar nuestra necesidad de capas de ropa y probar la calidad de los equipos para próximos retos.
Sopa de tomate
En cuanto a los resultados de la experiencia, debo decir que fueron bastante positivos. Fuimos bien preparados para el clima, los equipos en especial la carpa, se portaron a la altura. Tuvimos la suerte de que la primera vez que nos llovió fuerte, estábamos ya acostados dentro de la carpa[1] y ésta no gotea. Pasamos la noche bajo un torrencial aguacero, pero nos mantuvimos secos y cómodos. La lluvia amainó en la madrugada y nos permitió desayunar y desarmar el campamento con calma, antes de volver a atacar cuando ya íbamos de regreso en las canoas. La ropa impermeable hizo el resto.
Reunión familiar

Termino esta nota haciendo loas a la capacidad de carga que tienen las canoas. Mi preferencia por los kayaks (piraguas) se pone en entredicho cuando toca evaluar el equipo que se quiere llevar de campamento. 





[1] La carpa ha sido una buena inversión en la que no escatimamos. La adquirimos en Mountain Equipment (MEC) hace unos 11 años y se mantiene como nueva a la altura de los retos.

Comments

earroyot said…
Por lo que escribes llego a la conclusión de que, efectivamente, pasaron frío; lo cual, según veo, no les impide hacer como si tal cosa... ¡Funcionan como una patrulla! Recuerdo los días fríos y lluviosos que he pasado en excursión: enchaquetado, con gorro, manos en los bolsillos, los pies probablemente mojados, esperando que se haga el chocolate, y preguntándome, ¿Que voy a hacer hoy, si estoy congelado? Y seguramente esos fríos míos nunca fueron canadienses...

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