Kawartha Highlands

Ernesto Hontoria López

Continuando nuestro plan de marcar en el mapa los parques provinciales de Ontario que hemos visitado (la intención es marcarlos todos, aunque ciertamente me parece un poco exagerado, porque esta provincia canadiense está llena de ellos), nos aventuramos este año en recorrer una sección del parque Kawartha Highlands.

Stoplog Lake

Si se ve en el mapa, Kawartha Highlands es un parque provincial comparativamente grande. Tiene un poco más de 37 mil hectáreas, que lo convierte en el segundo en tamaño a menos de 5 horas de carretera de Toronto (solo más pequeño que Algonquin). Hay otros parques más grandes pero hay que viajar más de 8 horas. Kawartha está a unos 200 kilómetros al este de la ciudad de Toronto, y a 50 kilómetros al norte de Peterborough.

El parque es relativamente nuevo, fue creado en 2005 y mantiene un uso mixto de zonas habiendo casas campestres particulares (cottages) en sus límites, y al parecer también hay algunas dentro del parque mismo. Al igual que el parque Massassauga, que visitamos el año pasado, todos los campamentos en Kawartha Highlands son del tipo ‘llega como puedas’ (back country en inglés), y todas las entradas al parque, si no me equivoco, son por agua.

Amanecer en Buzzard Lake

Para esta excursión escogimos el formato que usamos en Quetico, de un campamento distinto cada noche haciendo un recorrido más extenso del parque. En total pasamos tres noches y cuatro días en el parque, con rutas no muy exigentes salvo por los acarreos de peroles (portages) del segundo día[1]. La escogencia de la ruta se debió en buena medida a que la mayoría de los campamentos ya estaban reservados y tocó hacer malabares con los días y la ruta para completar el ciclo. Terminamos escogiendo una ruta que entraba por Long Lake, y pasaba por los lagos Compass, Mountain y Buzzard para cerrar el ciclo nuevamente en Long Lake. Detalles de la ruta se pueden ver en el mapa anexo.



El clima fue excelente: soló nos llovizno una tarde mientras preparábamos la cena y de resto días soleados, con vientos frescos. Hubo pocos mosquitos, aunque los hubo, sobre todo alrededor de las nueve de la noche. Una de las noches vimos una suerte de meteorito, que me aventuro a decir, parecía ser un objeto quemándose al entrar en la atmósfera. Era un amarillo muy vivo y se veía bastante cercano. Me pregunto si los dinosaurios habrán visto, con la misma tranquilidad que nosotros esa noche, cuando entró el meteorito en la atmósfera que los terminó exterminando.

Dos elementos nuevos introdujimos en esta excursión: el uso de los barriles para llevar la comida, lo cual resultó mucho más práctico que la cava destartalada de otras excursiones, aunque aún tenemos mucho que mejorar en su aislamiento térmico; y el segundo elemento fueron dos invitados especiales: Eduardito y Olivia, la novia de Rodrigo.

Orrilla de Mountain Lake

En cuanto a Eduardito el resumen es más sencillo, a fin de cuentas, es un sobrino que ha crecido con nosotros, conocíamos de antemano sus capacidades montunas. El chamo demostró que se ha vuelto responsable, se adaptó muy bien a las exigencias y sobre todo que tiene bastante fuerza. Parece más bien animal de tierra, en el sentido que disfrutaba más ir con la canoa sobre los hombros, que sobre ella en el agua.

Con Olivia los retos eran diferentes. Introducía un elemento completamente nuevo en la dinámica de nuestras excursiones: la novia de uno de los chamos venía con nosotros. Su sola presencia me recordaba que me estoy poniendo más viejo y que los pequeñines ya no son tan pequeñines como solían serlo. Estaba además el elemento de su adaptación al ritmo de la excursión. ¿Resistiría la trayectoria, las cargadas de peroles, dormir en carpa, los mosquitos, la comida de campamento, el uso de las letrinas?

Afortunadamente Olivia se adaptó bien al equipo, y estuvo a la altura de las exigencias. Ella tiene un carácter jovial, alegre, con una sonrisa natural siempre lista que le facilita establecer relaciones con la gente. No la oímos quejarse nunca, y hasta se comió sin reclamar la pasta carbonara, que tuvo tan mala acogida por la crítica. Uno de mis temores de que se aislara con Rodrigo resultó completamente infundado, quizás la camaradería de Marcela con ella ayudó en este sentido.

Llegada en la entrada de Long Point

Como valor agregado, a consecuencia de su presencia Fede y yo volvimos a dormir solos en la carpa, cosa que no habíamos hecho desde que los pequeñines comenzaron a venir con nosotros en las excursiones. Fue buena decisión mandarlos a todos a la mansión campestre de Eduardito. Confieso que nuestra carpa es mucho más cómoda para dos personas que para los cuatro. En cuanto a la carpa de Eduardito, como dice la canción, ´pase que caben cien…¨



[1] Las rutas de canoas resultaron bastante cómodas. Ningún tramo en el agua nos tomó más de una hora (salvo el primero, desde la partida al campamento 411 de Loucks Lake, que fue poco más de 60 minutos). El acarreo de peroles fue más exigente esta vez, sobre todo en el segundo día en que hubo dos trechos de medio kilómetro. El tercer y cuarto día resultaron muy cómodos.

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