De Montaña Blanca al Teide
Ernesto Hontoria López
English version and the route map below...
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Despertamos a las 5 y
media de la mañana con la intención de comenzar el trayecto en coche hasta
Montaña Blanca a las 6. La noche anterior habíamos dejado lista una mochila con
las chaquetas impermeables y espacio para meter los bocadillos del almuerzo, y
los potes de agua que mantuvimos fríos en la nevera. También habíamos dejado
listos unos cruasanes con jamón y queso para desayunar en el coche. Sólo quedaba
despertarse, vestirse, preparar el café del capitán, encontrar las llaves del
coche y emprender la ruta. Aun así, salimos con 15 minutos de retraso, para no
perder nuestra hermosa tradición de impuntualidad.
El amanecer nos
encontró en la carretera. En Tenerife, al menos ese día, el sol se asomó a eso
de las 7 de la mañana, mientras el coche atravesaba un camino sinuoso en medio
de un bosque de pinos. En Canadá los días en verano comienzan más temprano. El
reloj está dispuesto para que a las 6 de la mañana el sol ya esté iluminando
las calles. Incluso un poco antes cerca del solsticio de verano. Por otro lado,
la noche parece llegar más pronto en Canadá, cómo a eso de las 9.
Carretera en la base de Montaña Blanca //
In the road at the base of White Mountain
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No tardamos en superar
el bosque, alcanzando la cumbre de una planicie, desde donde, por primera vez
ese día, divisamos el Teide; majestuoso y despejado de nubes. Supuse que
estaríamos en las llamadas Cañadas del Teide. La mañana estaba fresca, el cielo
azul y despejado, el sol aún no había alcanzado la plenitud de su resplandor, y
teníamos la carretera entera para nosotros, con miradores a los lados, el Teide
en frente y el mar abajo. Es bonita la isla, y las Cañadas resultan muy
agradables cuando el sol no arrecia y todo el espacio te pertenece. En casi 45
minutos del trayecto de montaña, sólo nos cruzamos con un par de coches que
venían en sentido contrario. Vimos otros tantos aparcados a un lado de la
carretera, pero sin rastro de sus ocupantes. Seguramente pertenecían a excursionistas
haciendo diferentes rutas de montaña.
Comienzo del sendero a pie //
Beginning of the trail
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Pasamos un
observatorio espacial, que Eduardito nos indicó pertenece a la agencia europea
del espacio. Supongo que trabajar allí será el sueño de cualquier astrónomo que
le guste la playa. También pasamos frente a un par de edificaciones turísticas,
Montaña Mostaza y finalmente llegamos a un pequeño aparcamiento completamente
lleno, que indicaba el comienzo de la ruta al Teide. Habíamos llegado a Montaña
Blanca.
Caminando junto a un huevo del Teide //
Walking beside a Teide's egg
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Aparcar un coche en
España es un trabajo para profesionales. Cuando hay aparcamientos, los espacios
son sumamente ajustados. Hay que planificar la maniobra al milímetro, porque
esa es la medida que va a quedar de lado y lado del vehículo una vez parqueado.
Después de eso uno exhala el aire, y se baja aplanando la espalda contra la puerta
trasera del coche, rozando la nariz y la frente contra la delantera, que no abre
más porque está en contacto con el vehículo de al lado. No es casualidad que
los dos coches que alquilamos tuviesen rayones en las puertas. De manera, que
en cierto sentido era una suerte que no hubiesen puestos libres en el
aparcamiento, ya que nos tocaba inventarnos uno, más espacioso, al borde de la
carretera.
Siguiendo el consejo
de Sancho Panza, a dónde llegares has lo que vieres, o algo por el estilo, imitamos
a otros coches que vimos, y apenas conseguimos un rellano donde aparcar, lo
tomamos por nuestro. Emocionados nos apeamos, guardamos los cruasanes que
quedaban en la mochila, y cuando íbamos a comenzar la caminata llegó otro coche,
pilotado por un andaluz que quería hacer el trayecto con nosotros. Su compañía
no duró mucho. El tenía intenciones de hacer el trecho corriendo y Marcela pronto
le espetó que lo nuestro era una caminata lenta y placentera.
Equipo de rescatistas bajando camilla vac'ia //
Rescue team with an empty stretcher
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A parte del andaluz, coincidimos
en la caminata con un excursionista de lengua ajena, a quién pronto dejamos
atrás, y a una parejita de tortolos, que tampoco hablaban castellano, a quienes
alcanzamos en el refugio de Altavista. Nos cruzamos también con varios grupos excursionistas
que iban montaña abajo, y con un grupo de rescatistas que rezongaban mientras
bajaban una camilla vacía. Minutos antes, los rezongones habían rescatado a un accidentado,
y lo habían entregado a un helicóptero rojo y blanco, en un helipuerto junto al
refugio de Altavista. El infortunado se había doblado el tobillo y los rescatistas
se quejaban de tener que cargar con la camilla vacía, en lugar de dejarla
guardada en el refugio para una próxima urgencia.
Refugio de AltaVista //
Altavista Refuge
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A pesar de las quejas,
España parece bien dotada para las labores de rescate. ¡Hostias, que el helicóptero
estaba chulo! En los Pirineos también pudimos observar muy de cerca la maniobra
de otro helicóptero (igual de chulo). Al principio pensamos que se trataba de
un rescate, pero después nos enteramos de que lo usaban para preparar una
carrera de montaña. Recuerdo que una vez en el Roraima auxiliamos a un
excursionista que se rompió una pierna. El pobre tuvo que esperar dos días para
que llegara un helicóptero del ejército a evacuarlo de la montaña. La espera se
debió en parte al mal tiempo y en parte a que no hay muchos helicópteros disponibles,
y ninguno exclusivamente dedicado al rescate de heridos.
Concentración en la ruta //
Focus in the way
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Volviendo a nuestro
asunto, la mayoría de los excursionistas iban de bajada cuando nosotros
subíamos. El Teide es más popular al amanecer que durante el día. La mayoría de
las páginas que conseguí en Internet, recomendaban subir en la tarde hasta el
refugio de Altavista, y coronar el Teide al amanecer para apreciar desde allí
la sombra que proyecta el cono del volcán sobre el mar. La oferta era tentadora,
pero nos restaba una noche de compartir con la familia, e incrementaba nuestros
costos, de manera que la descartamos. Una variante que escuche de una pareja
alemana que venía de bajaba, era comenzar a subir a las 11 de la noche para
llegar a la cumbre al amanecer. Lo pensaré la próxima vez que vaya.
Cerca de la Rambleta
Close to Rambleta Station
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Mi mayor preocupación
antes de comenzar el trayecto era la temperatura y el sol que encontraríamos en
pleno verano, a la luz del día, en un tramo escarpado. No resultó tal. El
camino, comparado con los Pirineos, nos pareció un paseo. De las 10 hasta las 2
tuvimos un sol inclemente por encima, pero la altitud compensó el calor. El
bloqueador solar, la cachucha, y en mi caso, las mangas largas de la camisa, me
permitieron disfrutar a plenitud la caminata. Sólo se escuchaban de vez en
cuando las quejas de Eduardito (el quinto elemento de esta excursión), pero
estoy seguro de que era más por llamar la atención que por estar sufriendo. En
mi opinión se le veía muy cómodo. En resumen fue una caminata agradable que
completamos en 4 horas 42 minutos. El camino está bien señalizado, al punto que
no extrañé el mapa de la ruta que dejé olvidado en la casa de Patricia.
Letrero en la estación de la Rambleta//
Signboard restricting access to the Teide Peak
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Quizás el punto menos
agradable del paseo fue el gentío que encontramos al llegar a la estación de la
Rambleta. Cada 7 a 10 minutos llega un carrito del funicular lleno de turistas,
algunos de los cuales no pueden resistir la tentación de encender un cigarrillo.
A la hora del mediodía los alrededores de la estación estaban atestados de personas,
que le quitaban un poco el romanticismo a la excursión. De la estación de la
Rambleta al Pico Teide hay unos 30 o 45 minutos más a pie que están
restringidos al público. Es una pendiente fuerte y continua hasta la cima. Para
recorrer ese último trecho se requiere de un permiso que hay que sacar con anticipación.
El permiso limita la cantidad de turistas en la cima. El andaluz que nos
cruzamos en la partida, por ejemplo, no había logrado sacar el permiso, y
desconocemos si pudo alcanzar la cumbre. Nosotros en cambio, si teníamos permiso para subir al Teide que habíamos tramitado varios meses antes por internet (pincha aquí para ir a la página). El permiso es gratuito y su intención es limitar el número de personas en el crater del volcán para preservar el ambiente. Nuestro el permiso estipulaba que sólo
podíamos subir al crater entre la una y las tres de la tarde, y como habíamos llegado a la Rambleta a las 12 y media, aprovechamos para hacer un alto y almorzar allí antes de alcanzar el
pico.
Último tramo del ascenso //
Last stretch of the trail to Teide
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Guardamos para la
cumbre el ponqué de cumpleaños que llevábamos para celebrar los 19 años de
Eduardito. Sin embargo, el olor a azufre en la cima, olor a huevos podridos,
nos hizo cambiar de parecer y nos saltamos la soplada de las velas. Bajamos del
Teide y tomamos el teleférico para completar el camino de descenso.
Cerca de la cima //
Close to the summit
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En la cima //
The summit
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El techo de España //
The roof of Spain
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En la cumbre //
At the summit
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From Montaña Blanca (White Mountain) to Peak Teide
We woke up at 5:30 in the morning with the intention of
starting our driving to Montaña Blanca at 6 o'clock. During the previous night
we had packed our rain jackets, filled our water bottles, prepared sandwiches for
lunch, as well as ham and cheese’s croissants for breakfast. We left an open
space in the backpack to put the sandwiches and the water bottles that we kept
in the fridge at night. In few words, we left everything ready the night before,
with the only exception of the captain's coffee, to be on the road at 6. Even
so, we left the house 15 minutes late, to hold our beautiful tradition of unpunctuality.
The sunrise found us on the road. In Tenerife, at least that
day, the sun peeked out at about 7 a.m., while the car was crossing a winding
road in the middle of a pine forest. In Toronto summer days start earlier. The
clock is set in a way that at 6 o'clock in the morning the sun is already shining
and illuminating the streets. Even a little earlier during the summer solstice.
On the other hand, the night seems to arrive sooner, around 9 pm the sky in
Toronto has turned dark.
We soon overcame the forest, reaching a scarce vegetation plain,
from where, for the first time that day, we spotted the Teide. It was majestic
and cloudless. I assumed we were in the so-called Cañadas del Teide. The morning was fresh, the sky blue and clear, the
sun had not yet reached the fullness of its radiance, and we had the whole road
to us. There were viewing points at the sides of
the road, mount Teide was a dominant figure ahead and the blue sea was all
around beneath the abysm. Tenerife is a
beautiful island , and the Cañadas are very pleasant when the day is still
young and all the space around belongs to you. In almost 45 minutes since we
entered the mountain road, we only crossed paths with a couple of cars that
came in the opposite direction. We saw many
others parked on the side of the road, but there were no traces of its
occupants. Surely they belonged to hikers doing different mountain routes.
We passed a space observatory, which Eduardito
indicated to us belongs to the European Space Agency (ESA). I suppose that
working there will be the dream of any astronomer who loves beaches. We also passed a couple of tourist buildings, Montaña
Mostaza and, finally, we arrived to a small parking lot, at the entrance point of
our walking route to Teide, which was completely full of cars. We had arrived
at Montaña Blanca.
Parking a car in Spain is a job for professionals. When you
find a spot, the space is usually so extremely tight, that you have to plan the
maneuver to the millimeter, because that is the gap that will be on each side
of the vehicle once parked. After parking you
will exhale all the air of your lungs, and get out of the car flattening your
back against the back door of the car, brushing your nose and forehead against
the front door, which does not open anymore because it is in contact with the
vehicle next to it. It was not a coincidence
that the two cars we rented had scratches on their doors. So, in a certain sense it was fortunate that there
were no free spots in the parking lot, since we had the opportunity (or the
excuse) to find one, more spacious, on the edge of the road instead.
Following the advice of Sancho Panza (one of the famous
character of Don Quixote), wherever you go, do whatever you see others doing,
or something like that, we imitate what other car’s owners did before us: we
parked the car in the first empty space we found at the edge of the road. We got off excited, put the croissants that were left
in the backpack, and when we were going to start the walk another car arrived.
It was driven by an Andalusian who wanted to make the journey with us. His company did not last long. He had intentions of
doing the stretch running and Marcela soon told him that ours was a slow and
pleasant walk.
Apart of the Andalusian, we catch up a hiker on the walk who
doesn’t speak Spanish. We left this guy behind very soon, and when we were
reaching the AltaVista's shelter, we encountered a couple of lovebirds, who didn’t
speak Spanish either. We also met several hiking
groups in their way down, and with a group of rescuers who were grumbling for
carrying down the mountain with an empty stretcher. Minutes
earlier, the grumbling group had rescued an injured person, and had delivered
him to a nice red and white helicopter; on a heliport pretty close Altavista’s
shelter. The unlucky one twisted his ankle and
the rescuers were complaining because, instead of leaving the empty stretcher
at the shelter for next emergency, they were asked to carry it with them all
the way down.
Despite the complaints of the rescue team, Spain seems well
equipped for rescuing people in stress. Indeed,
the helicopter itself was very cool! In the Pyrenees we also had the
opportunity to observe another one (as cool as this one!) maneuvering very
close to us. At first we thought it was a rescue, but later we learned that it
was being used to bring the materials for a mountain race next day. I remember once in Roraima (a flat top mountain in
Venezuela) we helped a hiker who had broken his leg. The
poor man had to wait two days for being evacuated from the mountain on an army
helicopter. The wait was partly due to bad
weather and partly because there were not many helicopters available, and none of
them were exclusively dedicated to rescue people.
But returning to our point, most hikers were going down when
we went up. Do hiking in Teide is more popular at dawn than during the day. Most of the pages that I checked out on Internet
recommended starting the climb up in the afternoon till Altavista’s shelter,
sleeping there and completing the summit at dawn. At that time, the shadow of the volcano’s cone
is projected on the sea. The idea was tempting,
but it was also meaning that we would have lost one night to share with the
family, and our costs would have increased, so we discarded it. A variant that I heard from a German couple that was
coming down was to start climbing at 11 at night to reach the summit at dawn. I'll think about it next time I go.
My biggest concern when I was planning this hiking to Teide,
was the heat and the sun that we would find in the middle of summer, in broad daylight,
in a steep stretch with no shadow. It did not
turn out that way. The trail, compared to the Pyrenees, seemed like a walk in
the park. From 10am to 2pm we had an inclement
sun above, but the altitude compensated for the heat. The sunscreen, the cap,
and in my case, the long sleeves of the shirt, allowed me to fully enjoy the
walk. The only complaints we heard came from Eduardito's (the fifth element of
this excursion) who moaned time to time, but I'm sure it was more to get
attention than to express a real suffering. In my opinion he was very
comfortable. In summary, it was a pleasant walk that we completed in 4 hours 42
minutes. The path was well marked, to the point that I did not miss the map of
the route that I left forgotten in sister's house.
Perhaps the least pleasant point of the walk was the crowd that we found when we reached the Rambleta station. Every 7 to 10 minutes a funicular cart arrives full of tourists, some of whom cannot resist the temptation to light a cigarette. At midday, the surroundings of the station were crowded with people, who took away the romanticism of the excursion. From the cable car station to Pico Teide there are 30 or 45 minutes more on foot that are restricted to the public. It is a steep slope that goes to the top of the mountain. A permit is required for completing the last stretch. The permit limits the number of tourists at the top and must be requested in advance, since the number of permits issued every day is much lower than tourist willing to reach the top. For example, the Andalusian we encountered at the beginning of the day didn’t get the permit, despite he mentioned have tried some weeks in advance. We don’t know if he found a way to reach the summit. We requested our permit several months earlier on internet (click here to go to the reservation page). The permit is free and its intention is to limit the number of people in the crater of the volcano to preserve the environment. Our permit stipulated that we could only climb the crater between one and three in the afternoon. Since we had arrived at the Rambleta at 12:30 pm, we took some time to have lunch and to relax there before reaching the peak.
We saved for the summit the birthday cake we had bought to
celebrate Eduardito’s 19th birthday, thinking that the summit was
the best place in the world for doing it. Big mistake! The smell of sulfur on
the top, a smell of rotten eggs, blew away our entire appetite. We went back to
Rambleta station and took the cable car to complete the descent path. What a
nice way to get down!
Comments
-Me cuesta creer que la subida en coche hasta Montaña Blanca durara ¡45 minutos! La carretera se ve muy civilizada... ¿No habrán sido 15 minutos, tío?
-Si uno llega a la cumbre para la salida del sol, puede ver la sombra del pico proyectada sobre el mar... Eso dicen. ¿Quiere decir que desde el pico podían ver el mar hacia los cuatro puntos cards.? Hacia el oeste -donde se proyectaría la sombra- calculo que hay 20 kmts de isla... así que tal vez se necesitaría un telescopio.
Hablando de telescopios: Me parece muy de canadienses pensar que en el resto del mundo haya tanto terreno libre -terreno plano, además- como en las estepas donde habitan. En Oakville a mí me sorprendía, al abrir la puerta del carro en un estacionamiento, comprobar que para ver el carro contiguo necesitaba el Hubble.
Darle la vuelta completa a la isla, me dicen que toma entre dos y tres horas. No lo comprobamos personalmente, pero nos pareció razonable. Siendo que el Pico está en la mitad de la isla y la casa que nos dio cobijo en un extremo, los 45 minutos no me suenan descabellados. Aunque en realidad nos tomó un poco más llegar hasta el pie de montaña Blanca. Yo diría que fue poco más de una hora.