Sub-ceros: la aventura de correr en invierno
English version: Sub-zeros: The Adventure of Running in Winter
2 de enero de 2018
En diciembre las temperaturas bajaron del cero centígrado con lo cual comenzó la temporada de sub-ceros. Llevo ya cuatro corridas bajo cero este invierno, variaciones de la misma ruta en Oakville. Las dos últimas fueron especialmente fuertes con temperatura oficial de menos 10 grados antes de tomar en cuenta el viento como factor refrigerante. Incluyendo el efecto del viento, las temperaturas se sentían entre menos 17 y menos 20 grados centígrados.
Cuando uno sale a la
intemperie en el frío, el viento marca una diferencia considerable en la forma
como percibimos la temperatura, y más importante en la rapidez con la que se
enfría nuestro cuerpo. Tan es así que correr a favor del viento o en contra de él,
ha marcado para mi muchas veces la diferencia entre correr placentera o
miserablemente en el invierno. Un viento frío en contra suele significar sentir
las punzadas del hielo en los pómulos, las orejas, y agujas penetrando en los
dedos de las manos a través de los guantes; mientras que la ausencia de viento,
o el viento en la espalda permite disfrutar la corrida porque el cuerpo se
calienta con el ejercicio. En presencia del viento, el calor no se acumula en
el cuerpo, y se corre pasando frío.
Esta mañana, por
ejemplo, salí a correr a las 8 y media. La temperatura marcaba menos 12 grados
con un factor viento que la llevaba a menos 22. Mientras tenía el viento a mi
espalda la cosa iba bien, pero cuando di la vuelta en U a una redoma, y me tocó
encararlo, comencé a sentir punzadas en los huesos de la cara y pinchazos en
los dedos que me hicieron abortar temporalmente la corrida. Una hora más tarde la
retomé con pasamontañas (balaclava)
y doble medias en las manos y pies.
Mis observaciones de
las sub-ceros:
- Con un par de calcetines (medias) puestos dos o tres dedos de los pies se me congelaron en el trayecto y llegaron a casa completamente dormidos. Despertaron en la ducha con agua caliente.
- Ninguno de los guantes que tengo ha resultado mejor que correr con calcetines en las manos. Esta mañana usé doble par de calcetines (en pies y manos) porque con uno no bastaba. Las manos fueron todo el tiempo calientes, cuestión que es inusual.
- El pasamontañas Outdoor Research funcionó bastante bien, pero tuve que dejar descubierta nariz y boca para evitar empañar los lentes con el vapor de la respiración.
- Utilicé 3 capas de ropa para el tronco y dos en las piernas. La última capa, una chaqueta impermeable, rompevientos, es de gran ayuda.
5 de enero de 2018
¿Qué se necesita para correr en el invierno?
Sólo se necesitan las ganas y los zapatos de correr. Ayer 4 de enero salí nuevamente a correr con el termómetro por debajo de los menos 10 grados centígrados. Era mediodía y el sol estaba radiante. Corrí con tres capas de ropa cubriéndome el torso (una menos que el martes 2), dos capas en las piernas, dos pares de medias, pasamontañas, y un par de medias cubriéndome las manos. Tres dedos de mi pie izquierdo se congelaron y durmieron en los primeros 10 minutos de carrera. Los del pie derecho amenazaron con dormirse también pero guapearon hasta el final.
En un trecho de la corrida, cuando me preguntaba ¿por qué no me quedé en la casa tomándome un café caliente? me pasó, por el otro lado de la calle, un corredor veinteañero que iba en pantalón corto y sin franela. El desgraciado parecía estar disfrutando el sol del mediodía. Lo cual demuestra que todo mi atuendo de correr no era imprescindible...
2 de febrero 2018
A menos 15 grados también se suda
Ayer corrí a menos
quince grados centígrados con una sensación térmica de menos 25 según la página
del clima. Usé 4 capas de ropa arriba, dos en las piernas, dos pares de medias
en los pies, uno en las manos y un pasamontañas para cubrir la cabeza y la cara.
El cuerpo estaba bien
abrigado. Sentí frio en pies, manos y cara. A los tres o cuatro minutos de
trote tuve que ajustarme el pasamontañas para cubrir mejor mi frente porque el
frio me estaba produciendo dolor de cabeza. Los ojos me lagrimearon unos buenos
minutos y la nariz se me aguó ligeramente. Respiré por la boca la mayor parte
del tiempo, expeliendo bocanadas de vapor como si fuera la locomotora de un
tren. A veces el vapor se condensaba en los lentes nublándolos, principalmente
el lente izquierdo y tenía una pequeña gota de agua se congelada en las pestañas
del ojo del mismo lado. Sentí la mandíbula adormecida, las papilas de la punta
de la lengua congeladas y por unos 10 min dolor en los pómulos.
Las manos terminaron
entrando en calor a los 20 o 25 minutos de trote, y aunque cueste creerlo, a
menos quince grados también se suda. Llegué al cambiador bañado en sudor, con las
partes expuestas de la cara rojas como un tomate y los ojos pequeños, e
hinchados. Al desnudarme encontré otras manchas rojas en la piel de la barriga
y las caderas. Estaban frías a pesar de haber sudado y de las 4 capas que las
protegían de la intemperie. También tenía manchas rojas en el cuello.
La ducha caliente me
devolvió a la normalidad. Un poco más tarde en la oficina sentí como si me
hubiese quedado agua en el oído izquierdo. Iba comenzar a sacudírmela, como suelo
hacer cada vez que nado, cuando recordé que no había nadado esa mañana. Al
parecer fue una secuela del frío que me acompañó todo el día, aunque iba
aminorando.
Comments
Otra posibilidad es que se estuviese preparando para un evento extremo de esos que hoy se organizan.