Sale el sol y llegamos a la cumbre... // The Sun Rises and We Reached the Summit...


18 de Agosto...
Caminando hacia el Pico Uhuru //
Walking to Uhuru Peak
De repente un sutil cambio de colores en el cielo me indicó que el amanecer estaba cercano. Vi mi reloj para comprobar que las 5 y media habían quedado finalmente atrás. Esperé por esa raya naranja en el cielo que precede la salida del sol, para anunciarle a los niños que lo peor había pasado. Teníamos en ese momento una vista privilegiada del Mawenzi con el amanecer a cuesta, que a mí me llenó de nuevas energías, pero que no me pareció causarle mucho efecto a los críos.
Al mismo tiempo el suelo se volvió arenoso y suave. Teníamos a Stella Point a la vista. Nuestro camino confluía con las luces que subían por la ruta Coca Cola. A nuestra izquierda estaba la pared de hielo del glaciar eterno del Kilimanjaro, por lo menos de un metro y medio de alto. La visión de la cumbre les devolvió el ánimo a los chamos.

A las 6 y media de la mañana, ya con el sol en alto, llegamos a Stella Point en la cumbre de la montaña. Aun nos faltaba una hora más de camino para alcanzar el punto más alto del continente. Rodrigo había vomitado unas 23 veces, según su cuenta, y Marcela había llegado a duras penas. La conciencia aún me remordía de pensar de que estaban sufriendo por mi culpa.

Descansamos unos minutos al sol, sin que llegase a calentarnos. Los guías se impacientaban de vernos descansando. Las paradas en la cumbre debían ser cortas y eso lo sabíamos desde el primer día. Debíamos decidir si continuar nuestro camino al pico Uhuru, una hora más arriba, y, por ende, añadir dos horas más de camino, o comenzar el descenso allí mismo.


Entre Stella Point y el pico Uhuru //
Between Stella Point and Uhuru Peak

Dejamos la decisión en los niños...

El último tramo se nos hizo fácil. La pendiente era suave, el camino amplío y los excursionistas que ya estaban de vuelta nos daban ánimos. Rodrigo seguía con malestar, pero se había liberado de 'pasito-pasito' para irse delante con el guía que caminaba más rápido. Marcela había cambiado completamente de talante y volvía a estar alegre, y Federica, que resultó ser la más dura de todos, estaba de lo más social felicitando y conversando con todos cuantos subían o bajaban de la montaña.

A mí, en cambio, me pegó un malestar estomacal que me puso de mal humor. Ni fotos me provocaba tomar y lo hacía obligado. En un punto claudiqué y le cedí la cámara a Federica para que se encargara de inmortalizar los momentos.



Marcela ya de buen talante con Fede y el Guía Focus //
Marcela in good spirit with Federica and our Guide, Focus
No disfruté la cumbre como hubiese querido. Sentí un gran orgullo por Rodrigo y Marcela por no rendirse y seguir intentándolo hasta el final, a pesar de lo desagradable que se les tornó la última etapa. Sentí la emoción y orgullo de haber llegado juntos hasta el final, pero el malestar estomacal me empañó el momento. ¡Habrá que hacerlo de nuevo!

August 18.
Suddenly a subtle change of colors in the sky told me that dawn was near. I saw my watch to confirm that the have finally passed the half past five, and the dawn was coming. I waited for that wonderful orange stripe in the sky that precedes the sunrise, to announce to the children that the worst was over. At that moment, we had a privileged view of Mount Mawenzi with the dawn at its back, which filled me with new energy, but that did not seem to cause much effect on the kids.

Meantime the soil turned sandy and soft. We had Stella Point into sight. Our path was converging with the lights coming through the Coca Cola route. At our left side was an ice wall, the eternal Kilimanjaro´s glacier, which at least had a meter and a half high. The vision of the summit returned the spirit to children.

At 6 thirty in the morning, with the sun up, we reached Stella Point at the top of the mountain. Still we were an hour away to reach the highest point of Africa, peak Uhuru. Rodrigo had vomited 23 times, according to his own account, and Marcela had barely reached it. My conscience was still bothering me just thinking that the kids were suffering because of me.

We rested a few minutes in the sun, without ever getting warm. The guides were impatient to see us resting. The stops at the summit should be short, and we knew it from day one. We had to decide whether to continue our way to Uhuru Peak, one hour more above, and therefore add two more hours to the climb, or begin the descent right there.
Pico Uhuru: lo más alto de África //
Uhuru Peak: the roof of Africa

We leave the decision to the children...

The last section was easy. The slope was soft, the road broad, and the hikers who were already descending back to Barafu Camp gave us courage. Rodrigo was still upset, but was released from 'mini step guide' to go ahead with a faster guide. Marcela´s mood had completely changed and was cheerful again, and Federica, which proved to be the hardest of all, was completely social complimenting and talking to everybody.

My mood, however, was not the best. The altitude probably spoiled my stomach which put me in a bad mood. I didn´t feel like taking pictures or socializing with other climbers. “The Grinch and me”. At one point I gave up with the camera and passed it to Federica, giving her the task of immortalizing the moments.

I did not enjoy the summit as I would have wanted. I felt a great pride of Rodrigo and Marcela for not giving up and keeping trying until the end, despite the unpleasantness they were feeling. I felt the excitement and pride of having reached the summit together, but my upset stomach tarnished the moment. We should have to do it again!

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